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¿QUÉ QUIERES SER DE MAYOR?

Apenas habían transcurrido seis años de mi vida y un fastidioso pellizco en mi moflete era la señal de que se acercaba la tí­pica pregunta rebosante de intención por resultar simpático y afectuoso: “¿qué quieres ser de mayor?”.

¡Qué manía! Recuerdo que me hacía sentir terriblemente incómoda, no entendía ese maldito interés y mucho menos por qué me situaba en una posición tan violenta.

Lástima que con aquella edad y rodeada de individuos de mirada inquisidora a la espera de una respuesta tal vez ingeniosa no viesen cumplidas sus expectativas, aunque bien pensado, por entonces poco más se podía esperar, más que nada porque todavía no había aprendido a dar una respuesta políticamente correcta.

Por si os sirve de algo mi aprendizaje, a medida que iba pasando el tiempo me iba dando cuenta de que utilizar este tipo de respuesta represiva es completamente inútil, es más, me atrevo a calificar esta actitud como “auto perjudicial”.

Seguramente nunca tendremos oportunidad de revivir lo que en una u otra ocasión dejamos de expresar por quién sabe qué motivos conscientes o no, así que, cada gota de gradual frustración habría ido dando forma y contenido a una cuna de resentimiento interior.

Entonces es posible que os preguntéis ¿dónde se escondí­a mi desparpajo infantil? Pues me parece que bajo un incierto pudor por desconocer la respuesta que me provocaba una incomprensible necesidad de huir despavorida e indiferente por dejar tras de mí­ una pandilla de miradas con un elevado nivel de estupefacción.

 

¿Qué quieres ser de mayor?

 

Recuerdo que mi primo Pablo siempre respondía muy firme y dispuesto: “¡yo quiero ser notario!”. Desde mi percepción infantil me quedaba perpleja ante su convencimiento, sobre todo porque me preguntaba si él sabrí­a qué era y qué hací­a un notario.

De cualquier modo su respuesta siempre alentaba un coro de carcajadas al uní­sono.

En fin, él mantenía que los notarios ganaban mucho dinero, por lo tanto, es evidente que ya por entonces manifestaba un fundamento muy práctico.

Nunca he llegado a saber con precisión cristalina qué querí­a ser de mayor” pues siempre me ha parecido que sería un “concepto” que no podría definirme como persona y mucho menos a tan largo plazo como pensar en una decisión para toda la vida, de hecho, pienso que si elegir una profesión dependiese única y exclusivamente de la forma en que está estructurado el sistema en que vivimos donde priman los estudios con mayores salidas laborales según estadísticas aunque luego termines por no ejercer tal profesión por una u otra razón, estoy segura de que esta elección carece absolutamente de una procedencia instintiva o emocional.

Recuerdo que desde niña anhelaba el conocimiento puro o a través del ensayo-error, cada indicio o señal en mi vida de una u otra forma han sido un escalón para mi crecimiento y evolución  personal y emocional.

Mis pasos no me llevaron a una elección concreta, aunque siento, que sí a una decisión acertada: probar las dos vertientes de mis habilidades.

Tras una trayectoria profesional de veinticinco años sumergida en un mundo empresarial cuyos patrones de estructura y organización vienen avanzando velozmente hacia una profunda transformación, he desempeñado diferentes puestos en Administración privada, algo que me ha proporcionado un amplio aprendizaje de la empresa cuyo atractivo convive con mi capacidad mental organizativa y estructural.

En perí­odos paralelos de mi trayectoria profesional principal, mi actividad pierde su connotación de trabajo cuando me dedico a lo que realmente me apasiona, el diseño, la decoración de espacios, la moda, la imagen y belleza personal,  la organización de eventos de empresa y familia, la escritura, los colores, las formas… Todo lo que se vincula con mi creatividad como talento innato pulido con un conocimiento experimental autodidacta.

Son las ocupaciones que verdaderamente estimulan mi alma.

Por esto y por todo lo que entraña, he de confesaros que es entonces cuando verdaderamente algo se enciende en mí­ de forma que todo fluye sin esfuerzo y me siento viajar a través de una sucesión de instantes durante los que mi mente se acalla y olvido que hemos creado un mundo complejo que nos impone un tiempo, un espacio y una necesidad.

Tener la valentí­a de elegir en qué ocupar tu tiempo laboral con la principal mira de disfrutar creando con cariño, nos hace libres. Por eso creo que no es necesario contestar a preguntas inoportunas hasta que, aunque necesitando el tiempo que sea necesario, no haya llegado el momento de tener tu firme e inequí­voca respuesta.

COMMUNITY MANAGER VS PULPO

De no ser por un puñado de linajudos filósofos griegos que enunciaron que la vida en la Tierra había evolucionado a partir de un ancestro común, de Charles Darwin, acérrimo defensor de la veracidad de su tratado sobre la evolución biológica “El Origen de las Especies” y de las numerosas réplicas de sus detractores, un pulpo en su especie, bien podría ser un Community Manager.

Me explico. Considerando que el pulpo es un animal invertebrado acuático que posee un sistema nervioso muy desarrollado (2/3 en el cerebro y el resto en sus brazos), nos encontramos con que posee un alto grado de inteligencia, memoria e incluso capacidad de aprendizaje. Algunos de los talentos y habilidades que en mayor o menor medida inicialmente son indispensables para ser un buen Community Manager.

Además, esta inteligencia le provee de una capacidad extraordinaria para resolver problemas, sortear obstáculos, memorizar patrones, incluso aprender de la observación, (véase la actividad del pulpo imitador en el siguiente vídeo), todo ello, comprobado empíricamente por científicos de todo el mundo.

El Community Manager desarrolla funciones de este tipo, estudiar patrones de comportamiento de su target, observarlos, “monitorizarlos”, tomar medidas frente a imprevistos y reorientar su actividad.

Es curioso que en el caso del pulpo todos sus conocimientos de supervivencia los ha ido adquiriendo por sí mismo, pues una vez que sus huevos eclosionan sus progenitores mueren. Algo muy simular le ocurre a un Community Manager que aprende cada día de su experiencia con el público con el que interactúa, de la información que recopila, de la conclusión y resultado de sus acciones.

Este animal de peculiar aspecto se mimetiza con el entorno, el Community Manager se integra, se aclimata, se confunde, participa en el intercambio de información allá dónde se requiera contemplando sus posibilidades y fijando sus limitaciones internas o externas, personales o no, todo ello expresado con la mayor autenticidad.

El pulpo, tiene una gran fuerza en comparación con su tamaño.

La envergadura y las múltiples oportunidades son una motivación constante para el Community Manager, además con su actividad, incluso con una sola palabra puede despertar una llamada a la acción.

Su cabeza aloja dos grandes ojos muy desarrollados que enfocan con precisión, aspecto de controversia entre los detractores de Darwin sobre si son o no homólogos a los del hombre, basándose en su teoría sobre la evolución de las especies. También, da cabida a un cerebro de gran tamaño conectado a otros ocho inferiores, que rigen sus ocho brazos. Además, tres corazones que bombean sangre de color azul cuya responsable es la hemocianina, molécula transportadora de oxígeno. Un sifón, le permite evacuar agua a gran velocidad para desplazarse.

 

 

Nada más afín a las herramientas que utiliza un Community Manager, una red con múltiples ramificaciones a través de las que discurren millones de datos a velocidad incalculable, que le permiten observar y actuar.

Aunque como siempre tiene que haber un “pero”, hay algo que ni la teoría ni la propia evolución sobre las especies podrá mejorar en este animal. El pulpo posee todos los sentidos muy desarrollados, excepto el oído. ¡El pulpo está  completamente sordo!

Menos mal que al Community Manager  no se le escapa nada de nada, puede “oírlo todo”,  hasta lo que ni siquiera se ha expresado a través de la palabra.

¡Uf! ¡Por un momento pensé que tendría que mudarme a la costa!

 

Fotografías obtenidas del Reportaje de National Geographic España – http://www.nationalgeographic.com.es

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