La decoración efímera crea composiciones estéticas utilizando múltiples y variados elementos que aportan soluciones decorativas como su propio nombre indica, de breve duración: eventos puntuales, celebraciones, inauguraciones, así como otro tipo de escenografía.

Un escaparate es una decoración efímera.

Creamos este tipo de decoración en nuestro hogar por ejemplo, en la época de Navidad.

En Europa, tradicionalmente, nuestra decoración navideña está ligada estrechamente a los orígenes de la Cristiandad.

Uno de los elementos más representativos es el abeto, árbol de la familia de las coníferas cuya tradición tal como se conoce en la actualidad habría surgido en Alemania allá por el siglo XVII aunque en España, su decoración se sitúa hacia el año 1870.

Su asociación religiosa corresponde con el árbol del Paraíso y se relaciona con el pecado original. Personalmente, prefiero quedarme con otra de sus simbologías atribuidas por su cualidad de perenne y que representa el “Árbol de la Vida”.

 

Árbol de Navidad

(Fotografía elegida de Pinterest de comoorganizarlacasa.com)

 

Otro elemento o composición lo constituye el llamado Belén o la escenificación con figuras de diversos materiales del nacimiento de Jesús de Belén.

En este tipo de decoración intervienen otras piezas, no menos relevantes también relacionadas con la leyenda religiosa: la Estrella, guía de los Reyes Magos para conocer al Niño. Los Lazos, que representan la unión familiar. Las Luces como la luz de Cristo y las Esferas, que simbolizan los dones de Dios a los hombres.

 

Montaje decorativo con bolas

 

Existen otros personajes de diferentes procedencias y leyendas cuya presencia ha trascendido hasta nuestros días y que se han incorporado a la cultura de la Navidad. Santa Claus es uno de ellos, cada Nochebuena entra en las casas a través de sus chimeneas dejando bajo el Árbol los regalos a los pequeños.

 

Santa Claus

 

Hasta las tradiciones más antiguas y conservadoras se dejan llevar por la moda, así que, no es extraño que con el paso del tiempo el tipo de decoración navideña haya ido evolucionando.

La decoración de los abetos o pinos naturales comenzó siendo muy austera: unas bolas o campanas de plástico, guirnaldas y si acaso, cadenetas de luces que parpadeaban alternativamente. Más tarde, se incorporaron lazos de tela rígida con pasamanería dorada, y otras figuritas colgantes, como angelitos.

La aparición de los árboles artificiales dio un vuelco a la decoración abriendo así un amplio abanico de posibilidades. Desde entonces, contamos con árboles negros, blancos, rojos, verdes… La decoración se vuelve mucho más sofisticada y elegante al unificarse los colores y adornos que la componen.

El Belén en sí también ha evolucionado aunque más moderadamente que la decoración de los árboles ya que su composición se encuentra más limitada a las figuras que intervienen y el papel que desempeñan. Por supuesto, los materiales y las propias esculturas sí han variado en tamaño, diseño de indumentarias, escenarios, etc.

 

Postal de Belén Tradicional

 

En cambio, en el resto de los adornos cada año es tendencia un color determinado. La tendencia es moda, la moda es marketing, y el marketing se traduce en ventas.

En dos décadas se han multiplicado la cantidad y variedad de adornos entre los que poder elegir: Duendecillos en láminas, como muñecos de trapo en mil posturas, con pololos cortos o largos, con medias de punto de rayas o de colores, con chalecos y sin chalecos, con gorritos con o sin pompón. Campanillas grandes, medianas, pequeñas, doradas, plateadas, con luces, sin luces, con o sin borde dorado, con o sin badajo. Estrellas con picos, sin picos, redondeadas, de cristal, de plástico, de tela, de cartón. Bolas que ya no tienen forma esférica, de cristal, translúcida, con lazos, sin lazos, con cintas brocadas, rojas, negras, blancas, rosas, plateadas, doradas, con estrellitas o sin estrellitas dibujadas en relieve, con nieve, sin nieve. “Papás Noeles” que sólo son una cabecita, enteros, sonriendo, guiñando un ojo, sobre láminas, en forma de muñecos, con el gorro con el pompón a la derecha o a la izquierda, como saludos para la entrada anunciando “Merry Christmas”. Hadas, con vestidos de gasa de mil colorines, con cabellos rubios, zapatitos, largas manitas y piernecitas con medias brillantes. Angelitos, pequeñitos, grandes, dulces, con ricitos, sin ricitos, con alitas, sin alitas… ¡Uf, toda una amplísima variedad!

 

Duendecillo de Navidad

 

Y si mencionamos los adornos de la mesa, paredes, ventanas, puerta de entrada… ¡también hay millones de opciones!

 Pero la moda es la moda, y uno tiene que estar al día.

¿Habéis echado cuentas del coste de decorar un árbol de Navidad “para estar a la moda”?

Me encanta la decoración y soy la primera que disfruta con poder disponer de tantas opciones para elegir y componer este tipo de ambientes que siempre llevan asociada una ilusión especial.

Aunque en el aspecto personal práctico me encuentro dividida. Renovar cada año la decoración navideña en base al cambio de tendencia supone un coste alto, pero en ocasiones es difícil escapar de la tentación ante cada novedoso y atractivo diseño.

Es el objetivo incondicional del sector del comercio y la base de esta sociedad actual, así que, si contenerse iba resultando una tarea difícil, ahora, desgraciadamente, nos hemos visto obligados a poner los pies en el suelo, sin más remedio, aunque todavía nos permitamos algún pequeño desliz.

Veamos:

¿Son los árboles con adornos de color rosa los que crean ambiente o realmente somos nosotros quienes lo creamos?

¿Influye la decoración en la felicidad de los niños?

¿Necesitan un ambiente “maravilloso” o no estamos hablando de lo que les preocupa a los niños?

¡Los niños son felices con muy poquito!

Me parece que los mayores estamos tratando con un cómodo ego. ¡Tal vez sea un buen momento para reflexionar!

Sin ir más lejos, ver las caritas de asombro que se les pone con su naricilla colorada de frío mientras ven pasar una destartalada “Cabalgata de Reyes” que da pena verla porque los patrocinadores juegan con su ingenuidad con un “cualquier cosa es suficiente” y no apuestan por la ilusión de hacerlas lo más coloridas y brillantes posibles para que grandes y pequeños sigamos soñando… ¡Esto no tiene precio!